El Evangelio según San Mateo 16: 13-20
24 agosto 2014
Comparto un corto
pensamiento que anotó una amiga en su página cibernética que dice: "Quizá
lo más importante que nosotros podemos dar al otro/a es nuestra atención".
(Tratemos de recordarlo).
En el evangelio de hoy Jesús
hace una pregunta crucial a los discípulos. Es una pregunta que tiene dos
partes. La primera dice- ¿quién dice la gente que es el Hijo del hombre?- y la segunda- ¿y ustedes quién dicen que soy yo?
Más allá de las comparaciones
que hace la gente sobre su identidad, Jesús va al grano y le revierte la
pregunta a los discípulos. Para ustedes, ¿Quién soy yo ? La segunda parte de esa
primera pregunta es para Jesús una respuesta necesaria, es la razón de ser de
su ministerio, es la respuesta que buscamos en las Escrituras y es la razón por
la que !tú y yo estamos aquí!
En los evangelios de Mateo,
Marcos y Lucas, encontramos que la pregunta de Jesús fue dirigida a todos los
discípulos. Sin embargo, fue Pedro quien lo dijo y lo confesó:
"tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente".
Hasta este momento la
pregunta de la identidad de Jesús fue contestada.
Así que Jesús ahora
identifica a Pedro:Tú eres Pedro (piedra) y sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia...yo te daré las llaves del reino...
Lo que está planteado a Pedro
en boca de Jesús es la siguiente pregunta: ¿quién eres tú?
Quién soy yo?--¿Quién eres tú?
La respuesta a estas dos
preguntas constituye para mí, la centralidad de las lecturas del día de hoy. Es
la base de lo que significa ser cristiano y cristiana. El reconocimiento de que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, el Mesías, el Emanuel.... y la
responsabilidad de la iglesia como cuerpo de Cristo.
Quién eres tú?
La respuesta a esa pregunta
la recibimos de parte de Pablo en la lectura a los Romanos 12:1-8. Lo primero
que Pablo nos dice es que "nos presentemos ante Dios como ofrenda viva,
consagrada y agradable a Dios."
Es decir la entrega es
completa, no es parcial. Es que nos entreguemos y demos de nosotros lo mejor,
no lo que nos sobra. Pablo nos invita incluso a
"cambiar nuestra manera de pensar". Y saben por qué? Porque ésa es la
única manera de lograr cambios en la manera de vivir y de servir a Dios.
Nos quejamos, queremos que la
composición de la iglesia aumente, pero haciendo lo mismo de siempre, sin hacer las cosas de otra manera, sin cambiar los viejos estilos,
sin autoevaluarnos.
¿Quién eres tú como
cristiano (a)? ¿Cuáles son los dones que has recibido, cómo los
utilizas?
Dice Pablo: " porque así
como en un solo cuerpo tenemos muchas partes y no todas las partes sirven para
lo mismo, así también nosotros, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos
unidos unos a otros como parte de un mismo cuerpo".
Cada uno de nosotros tiene su
cuota de responsabilidad, como cuerpo de Cristo y según los dones que nos han
sido dados. ¿Quién eres tú iglesia? ¿Cuál es tu tarea?
Para que funcione bien,
necesitamos todas las partes de nuestro cuerpo trabajando. Si nos faltan los
dedos de los pies, caminaremos con dificultad. Cada parte es importante. Por
eso la labor tiene que ser compartida y distribuida entre todos. Dice Pablo: " si Dios
nos ha dado el don de servir a otros, sirvámoslos bien".
Ante las limitaciones, hay alternativas. Conocí a una persona en la
década del 90, que no tenía sus manos porque las perdió en un accidente. Al
momento de comer no tenía que ser ayudado. Saben por qué? Con lo que le quedaba de sus manos, se ponía una goma y
se amarraba el tenedor para comer.
Con tantas cosas que distraen
a las personas, nos olvidamos de las cosas sencillas. La gente se ha ido
acostumbrando al espectáculo y lo triste es que lo sencillo y simple, ya no tiene importancia. Ahora se pide a la gente
echarse un cubo de agua helada para dar un donativo. Tal vez la campaña
funcione, pero para mí el efecto es crear en la gente la expectativa de
que siempre hay que hacer algo espectacular para lograr solidaridad, para atraer a la gente. Ayudar a otros debería ser una respuesta simple y sencilla, mucho más si se tiene la conciencia de la necesidad de la gente.
En el tiempo de Jesús los fariseos querían que Él hiciera algo espectacular para
demostrar que era el Hijo de Dios. Sin embargo, Dios escogió la
sencillez para hacerse presente y revelarse a la humanidad. Escogió nacer en un establo
rodeado de animales y su olor peculiar. Escogió nacer en la pobreza y no en la
ostentación. Un Dios que escogió ser "un humano".
Como cuerpo de Cristo debemos
cuidar cómo nos nutrimos y cómo cuidamos su cuerpo. Pablo dice "no vivan
según los criterios del tiempo presente". Esto quiere decir que aunque hay
que estar consciente de la realidad que vivimos, nuestro criterio no debe ser
establecido por la ola de la posmodernidad, sino por los principios del reino
de Dios.
La iglesia es el instrumento
que Dios en Cristo necesita para que su reino se haga realidad en medio
nuestro. El poder emana del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. A la iglesia
se le otorga el privilegio de recibir unos dones que son necesarios para que
ese reino se haga presente en la vida de la gente.
La iglesia le contesta la
pregunta de Jesús, ¿Quién soy yo? -Tú eres el Cristo el Hijo del Dios viviente. El Hijo de Dios que vive está
en tu corazón, está en la fe que Él te ha regalado, está en el compromiso de
servicio que adquirimos desde nuestro bautismo. Ahora la iglesia tiene que seguir
contestando la pregunta, quién eres tú?
Cuando Pablo dice que nos
presentemos como "ofrenda viva, consagrada y agradable a Dios", afirma que ese es el verdadero culto. Entregar nuestra vida para el servicio a los demás por medio de Cristo.
Hoy, somos
invitados a renovarnos como cuerpo de Cristo, para maximizar el servicio, para
que todos y todas pongamos nuestras fuerzas juntas y así avanzar el trabajo de
la construcción del reino de Dios en la vida humana.
Comencé el mensaje de hoy con
un pensamiento y les pedí que no lo olvidaran mientras reflexionamos sobre la
Palabra. "Quizá lo más importante
que podemos dar al otro/a es nuestra atención". Y les pregunto: ¿Les hace
sentido estas palabras según la tarea que estamos llamados a realizar?
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