Texto Mateo 20:1-16
21 septiembre 2014
El viernes pasado, pude escuchar por
radio parte de la “Conferencia Magistral” que ofreció el educador y filósofo
español, Dr. Fernando Savater.
El tema principal fue la educación y la
pregunta que buscaba
respuesta era: ¿para qué educamos?
Respondió: la educación es fundamental para la
convivencia humana.
Y el Dr. Savater mencionó tres elementos
fundamentales en la educación:
el coraje,
la prudencia y la generosidad. El
coraje para
enfrentar las situaciones de la vida; la
prudencia
para conocer los límites y la generosidad
para
alcanzar a los demás (paráfrasis mío).
El educador enfatizó: “nuestra humanidad se desarrolla dándonos a los demás.
Lo
semejante es lo que nos hace bien, porque aprendemos
a vivir de otros seres humanos, no de
objetos”.
En el evangelio de hoy, Jesús enseña a los discípulos los valores del
reino.
Y lo hace como todo un gran educador,
haciendo uso de una
comparación directa (simil) para explicar el
sentido
o
significado de su mensaje.
Al igual que Savater, Jesús educa dentro
de un contexto de principios
éticos. Y lo hace utilizando los
recursos a su alcance, siendo
también la vida cotidiana el vehículo
para
hacerse entender.
Jesús nos educa para que como pueblo de
Dios, convivamos
tomando en cuenta al otro y la otra. Sobre todo, que
podamos entender que su gracia está al
alcance de cada ser
y que ni tú ni yo, decidimos a quién, cómo,
cuándo y dónde es concedida.
y que ni tú ni yo, decidimos a quién, cómo,
cuándo y dónde es concedida.
En el relato que hace Jesús del dueño de
la finca encontramos
que
él les invitó a laborar y no tomó cuenta cuántas horas o minutos
trabajaron. Esa no fue la medida para
retribuirlos.
Lo que sí tomó en cuenta fue la disposición para
realizarlo.
La medida para retribuirlos, para
compensarlos, fue su propia generosidad.
La gracia de Dios no toma en cuenta el
tiempo humano.
En
el reino de Dios no hay derecho de antigüedad,
como sí existe en asuntos laborales humanos.
Y yo no estoy diciendo que eso está mal.
Lo que trato de explicar es el
alcance del amor de Dios
por la humanidad.
Dios concede su gracia igual a quien
entra temprano,
como al que lo hace más tarde.
Lo mismo puede trabajar el que acaba de
llegar como el
que lleva mucho tiempo.
Esto es aleccionador para la iglesia.
Dice un reconocido exégeta que por eso las
personas
que
son miembros de la iglesia hace mucho tiempo, no deben
asumir
que ésta les pertenece y mucho menos
pensar que tienen exclusividad para
dictar las pautas.
El Dr. Savater por su parte, dice que en la educación
democrática
no se trata sólo de tener razón, sino
ser razonables.
Entonces pienso yo, que los cristianos debemos estar
en constante reflexión para que el reino de Dios
avance en medio nuestro.
en constante reflexión para que el reino de Dios
avance en medio nuestro.
La ilustración que expone Jesús sobre el
reino de Dios
nos da una idea de cómo trabajar desde
aquí,
para que siendo instrumentos de él echemos a un lado
los obstáculos que afectan que su reino avance y
se extienda en el mundo.
los obstáculos que afectan que su reino avance y
se extienda en el mundo.
Por tanto, tenemos que trabajar con nuestro modo
de ver
las cosas, con nuestras fijaciones, que
nos ciegan,
y con el egocentrismo que aguanta la
expresión amorosa y compasiva.
Examinemos nuevamente el ejemplo de los
trabajadores.
Los obreros de la viña, armaron un “sal
pa’fuera”,
pero el dueño les dijo que la opción de
darle o
pagarle en igual condición era su prerrogativa.
Él cumplió con el contrato. Le pagó un
denario,
el equivalente a un día de trabajo.
No violentó el acuerdo.
Ni ustedes ni yo debemos entrar en
cuestionamientos
con Dios por su bondad o generosidad.
Dios no mide con la misma vara que
nosotros/as.
Su gracia es inmerecida, va más allá
incluso de
lo que podemos comprender y razonar.
A veces podemos ser como Jonás; mientras
las cosas
suceden como uno quiere, estamos bien.
Pero
si las cosas salen al revés, nos
enojamos hasta
con Dios.
Jonás estaba de brazos caídos. No quería
asumir
la tarea que Dios le encomendó. Bajo su protesta sólo veía
su punto de vista y no quiso negociar.
su punto de vista y no quiso negociar.
Ustedes y yo, como Jonás, fuimos
invitados/as a laborar en la
Viña del Señor. Somos sus obreros y
obreras.
Todos/as somos necesarios e importantes.
Tenemos que hacer lo mismo que hacía
Jesús con
sus
discípulos. Él les educaba, les enseñaba
los valores del reino y les invitaba
a practicarlos en sus relaciones
unos con otros y con los demás.
La ética es importante.
Educamos para convivir conforme a los valores del
reino de Dios y para prepararnos para el cumplimiento
de las promesas del reino.
La ética es importante.
El desea que nosotros seamos
generosos unos con otros y sirvamos
sin mirar a quién.